viernes, 30 de julio de 2010

Antropología y salud



Cuando estaba en la universidad estudiando mi licenciatura en antropología social, muchas veces escuché de la importancia de la antropología en el área de la salud. No obstante esta importancia que leía en textos, nunca había conocido a algún antropólogo en acción dedicarse al área de la salud, a excepción de un profesor invitado. Lo más curioso es que durante mis primeras experiencias laborales como asistente de investigación, la salud siempre fue un tema recurrente en los informantes y un punto de conversación para romper el hielo e iniciar una plática. Los temas de conversación con los informantes eran: el costo de medicinas, los servicios de salud ineficientes, las enfermedades más frecuentes en las familias, muertes por causa de alguna enfermedad, y la lista puede continuar. Resultaba que la salud era un problema no sólo fisiológico, sino: social, cultural, económico, político, de gestión, legislativo, burocrático, institucional, de medicina tradicional, de mercantilización de la salud, de investigación, de intervención, y de muchas otras cosas más. La salud me resultaba un tema más que interesante, de urgencia social.
Si bien el tema de salud no es nuevo para la antropología, sí parece serlo para los aprendices de antropología. De hecho, es más que pertinente y necesaria la participación de antropólogos en proyectos relacionados con la salud. Y no es que los antropólogos actualmente no estén interesados en la salud como tema de investigación, sino que quizá no se encuentran tan involucrados como debiera. No fueron pocas las ocasiones que escuché a personas del área de conocimiento biomédico la necesidad que tenían de incluir a algún antropólogo en sus proyectos. Al parecer, nosotros tenemos una "alergia científica" para trabajar con profesionistas de otras ciencias tales como economistas, psicólogos, y sobre todo médicos. Ciertamente existen diferentes perspectivas entre la antropología y otras ciencias, pero el tema de la salud es una preocupación que trasciende todas las fronteras de las ciencias duras y suaves.
De todos modos, la salud también constituye un campo laboral para los antropólogos; y resulta también gratificante descubrir que muchos de los paradigmas que los antropólogos creímos superados, todavía están vigentes en la sociedad.

miércoles, 28 de julio de 2010

Feminismo católico



Para mi titulación de licenciatura en antropología social realicé una investigación sobre mujeres católicas activistas. Me interesé en el tema ya que durante mucho tiempo conocí a mujeres que no estaban conformes con las tendencias católicas de sus tiempos y que ellas definían como conservadoras. Fue interesante descubrir la pluralidad de una de las religiones más numerosas alrededor del mundo, el catolicismo.
En mi trabajo de campo entrevisté a varias activistas y a una monja franciscana. Recuerdo bien a una de estas mujeres con la que hice una buena amistad. Era una mujer de edad avanzada que fue religiosa durante 18 años. Ingresó a la Congregación de las Misioneras Franciscanas cuando era muy joven. Estuvo en su periodo de formación en Roma y participó en varios proyectos de inserción social en una comunidad rural del Perú. Me comentó que ella estuvo en el periodo germinal del movimiento de la teología de la liberación y en la formación de las comunidades ecleciales de base. Yo había leído textos, artículos, y noticias sobre la teología de la liberación, pero nunca había conocido este proceso histórico desde el punto de vista de una mujer.
Por otro lado, el acercarme a estas mujeres que a lo largo de su vida tuvieron que enfrentarse contra prejuicios machistas no sólo dentro de la sociedad sino en su misma religión; me ayudó a comprenden y a replantearme el esquema teórico del sistema patriarcal que actualmente ya no goza de tanta popularidad. Durante mi investigación pude corroborar la idea de que es dentro de estas religiones con raíces judeo-cristiana donde perviven elementos estructurales del sistema de organización patriarcal. Esto lo observamos en la división socio-sexual del trabajo dentro del catolicismo, sobre todo en la división del sistema de cargos religiosos propios de la jerarquía católica.
El estudiar esta variabilidad cultural del catolicismo también me permitió conocer otras realidades de mujeres de otras religiones como el islamismo. Es sobre este tema en el cual dedico algo de mi tiempo libre, ya que actualmente la religión islámica está en todos los medios de comunicación y es una de las principales religiones vinculadas con la violación de los derechos de las mujeres.

Creacionismo vs. Evolución. ¿Para quién es importante el debate?



El debate entre ciencia y religión es tan antiguo como la historia de la ciencia misma, pero no tan nuevo como los orígenes de la religión. Recuerdo que en el 2008 impartí un curso sobre este tema en la Universidad Iberoamericana, en León, Guanajuato. Fue para un clase de la carrera en pedagogía. El primer error que cometí fue el de suponer que el debate era importante para algunos, pero que en realidad el debate era inútil por sí mismo. Uno de mis argumentos fue que: La ciencia camina por un lado y la religión por el otro. No podemos usar argumentos científicos para explicar experiencias religiosas subjetivas, ni viceversa. No obstante, con mi formación de antropólogo bien pude decir que toda experiencia religiosa es susceptible de ser explicada sociológicamente, pero mi punto no era ese ya que el plano de esta discusión se ha realizado más en la filosofía que en las ciencias sociales.
Después de una explicación sobre los argumentos del movimiento cristiano creacionista y de las posturas más refinadas que se ha denominado Diseño Inteligente; me atiborraron con preguntas, pero la más frecuente era: ¿entonces, quién tiene razón, la ciencia o la religión? Ante la insistencia, yo les pregunté: ¿para quién o quiénes es importante este debate y la respuesta?
Para empezar, son dos formas de conocimiento y de percepción de las cosas, de la vida, y del mundo; pero más que nada corresponden a las sociedades que de alguna u otra manera profesan alguna religión de raíz judeo-cristiana, y, a comunidades de científicos. Por otro lado, nunca me he enterado de que los budistas debatan contra los científicos sobre si la humanidad desciende del mono, ni mucho menos a los indúes combatiendo con argumentos sobre la veracidad y objetividad de la ciencia. No en todas las culturas existe un conflicto entre ciencia-religión, y no tiene por qué serlo. La diversidad cultural y por ende la religiosa es el más claro ejemplo sobre el hecho de que un conflicto y/o debate entre un tipo de religión contra un tipo de conocimiento científico, no debe generalizarse a todas las culturas y religiones.

Trabajo de campo en congales



Los llamados congales, centros de diversión para adultos, o clubs nocturnos son susceptibles de convertirse en objeto de estudio de la antropología. Los temas para estudiar son diversos así como los enfoques para abordarlos. Hablando de las sub-ramas de conocimiento antropológico, estos sitios pueden ser estudiados desde los puntos de vista de: antropología económica, simbólica, feminista, religiosa, de género, del cuerpo, de las masculinidades, comportamiento sexual, etc. En estos lugares podemos hacer lo que Marc Augé llama: antropología de los no lugares. Los congales son lugares donde se presenta el juego del deseo, la imaginación, el erotismo, pero también donde se refuerzan los estereotipos sobre los cuerpos y la conceptualización de los bello. Así mismo se refuerza la pertenencia a la clase social según el congal al cual se asista. Por otro lado, está el lado oscuro de la trata de personas que trabajan en los congales. He sabido de casos donde estas personas, sobre todo mujeres de localidades rurales y de escasos recursos, son atraídas a las ciudades con ofertas laborales en puerta. El responsable de contactarlas les ofrece dinero como adelanto para sus familias. Este sistema de endeudamiento obliga a estas mujeres a trabajar en lo que se le pida, cuando descubren que fueron contratadas como bailarinas exóticas. Estas mujeres son sometidas al chantaje y maltrato psicológico, muchas de ella son violadas y despojadas de su seguridad personal y autoestima. Por si fuera poco, las convierten en adictas a las drogas por lo que el círculo de contrabando logra su cometido.
Los y las antropólogas que se dedican la investigación en estos lugares tienen también tiene que lidiar con sus propios prejuicios morales,éticos, y de sentido de justicia y derechos humanos. No es fácil hacer una etnografía o una historia de vida de alguien que por las razones que fuere, vende en su performance la ilusión que el consumidor espera recibir; sobre todo cuando el y la etnógrafa llega a conocer la vida íntima de estas personas. Es difícil hacer investigación en estos lugares y no tomar partido o bien lidiar con la idea de ser investigador y ser cliente consumidor.

Reseña: Fay Brown, Denise, “La construcción de identidad en Chemax, Yucatán”

Reseña: Fay Brown, Denise (1998). “La construcción de identidad en Chemax, Yucatán”, en Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán, núm. 204, enero-febrero.

La autora aborda en su texto el problema de la construcción de la identidad con relación a una localidad o lugar. Para ejemplificar el desarrollo del concepto de lugar como proceso de construcción de identidades, nos refiere a su investigación realizada en la zona indígena maya de Yucatán: en la comisaría de Chemax. De las preguntas que se plantea la autora, resalta particularmente ¿cuál es la importancia del lugar en la identidad de las personas que viven en esta comunidad? De allí la relevancia de definir la manera en que se re-construyen las identidades cuando la comunidad afrenta influencias externas tales como la modernidad, la desestabilización de la economía local, la migración humana hacia los polos de atracción turística (Cancún), y por consecuencia la recomposición de las estructuras tradicionales locales.
La autora acierta al sostener que muchas veces el sentido de la pertenencia a un grupo social está mediado por la experiencia del lugar. Muchas variables se pueden desprender de aquélla: lo étnico, político, económico, emocional, y cultural. También la autora recalca que los significados del sentido de lugar no son estáticos sino dinámicos y construidos continuamente. El proceso de esto es dialéctico: fuerzas internas que intentan mantener sus estructuras, y fuerzas externas que presionan para el cambio. Todas juegan un papel al momento de definir la identidad de las personas que viven dentro y fuera de la cabecera municipal de Chemax.
Primero se contextualiza históricamente la formación de la comunidad de Chemax. Una de las principales características a resaltar es su ubicación en la zona de conflicto durante el periodo de la llamada “guerra de castas”. Ubicada al oriente de la península de Yucatán –aunque la situación geopolítica de entonces no estaba definida de tal manera, fue sitio de refugio de las comunidades mayas rebeldes. Con el paso del tiempo los grupos rebeldes se desplazaban de la selva a la comunidad de Chemax por “alimentos y mujeres”. Nos menciona la autora que los ancianos que ella entrevistó se referían a estos rebeldes como “indios”; de allí la importancia de la jerarquía cultural al momento de definirse como perteneciente a Chemax: eetcahal Chemax.
En el texto se observa la división de dos momentos históricos que vive la comunidad chemaxeña: el tradicional y el moderno. En el primero, los datos etnográficos e históricos le permiten interpretar a la autora ciertas características de los pobladores chemaxeños: la referencia a su pueblo (in cah), y la jerarquía cultural para diferenciarse de los indios y de los dzules. La membresía a la comunidad de Chemax lleva consigo ciertos requisitos tales como trabajar de agricultor, contribuir a las festividades locales, poseer en sí una propiedad (terreno) para cultivar. El cumplimiento de tales labores garantiza la membresía al pueblo de Chemax, es cuestión de orgullo, de sentido de pertenencia y aceptación a cierto grupo socio-espacial.
Existe otro grupo que vive en el centro de Chemax, pero también tiene residencias en la ciudad de Valladolid. Estas personas no tienen la membresía antes mencionada, sin embargo conviven con los que la tienen; son denominados como los dzules. Hay un tercer grupo que no tienen la membresía chemaxeña, ni tampoco pertenecen a los dzules, son los indios o salvajes llamados así por los chemaxeños. No pertenecen al cah, por lo que no gozan de los privilegios de los adeptos. Aquí es importante el concepto de jerarquía cultural ya que los chemaxeños se refieren despectivamente a los llamados indios al decir que son inferiores estos a los que pertenecen a la comunidad de Chemax. El indio no tiene los requisitos culturales para formar parte de la comunidad chemaxeña, andan con tapa rabos, viven en la selva, no poseen terrenos, y por lo tanto no tienen cah.
El segundo momento histórico se refiere al impacto económico de las nuevas zonas convertidas en polos de atracción de capital extranjero: el caribe mexicano. En este contexto se ha desmantelado las relaciones sociales construidas en base a la referencia del lugar como construcción de la identidad. Las personas se han visto obligadas a migrar a lugares como Cancún para trabajar en la construcción de la infraestructura turística. La referencia al cah si bien no se ha perdido, sí ha sufrido cambios considerables en términos identitarios. Chemax ha pasó a ser una zona marginal regionalmente en la retórica oficial nacional, un lugar de paso hacia el caribe mexicano. La participación de los habitantes a las festividades ha disminuido en su forma “tradicional”, aunque ha tomado otros tintes de organización. La jerarquía cultural como medio de definición ha perdido fuerza, aunque en el lenguaje cotidiano se sigue utilizando términos como indio, dzul, o inclusive la gente chemaxeña vista por los segundos como atrasada.
Ahora bien, la comunidad de Chemax continúa la definición identitaria por la referencia del lugar: el eetcahal. Esto a pesar de no contar con los requisitos antes mencionados. Chemax se pasa a formar parte de a minoría regional que se ubica en la clase y en la etnia. Cabe mencionar que la autora no habla de una estrategia etnopolítica o etnobotánica como en otros grupos humanos, más bien el “ser del pueblo” no parece contradecir las políticas indigenistas nacionales. El recurso de lo étnico en el discurso oficial no siempre toma en cuenta la referencia empírica que tales personas utilizan para definir su identidad en relación a un lugar (cah).

La autora concluye argumentando la importancia del estudio del lugar como herramienta procesual en la construcción de las identidades múltiples. Esto no es para menos, el desplazamiento de grandes grupos humanos obliga a nuevas experiencias del lugar de los afectados ubicados en claras desventajas respecto de otros, y además a re-plantear argumentos teóricos para explicarla. La lógica de mercado marca las pautas y la cadencia de tales movilizaciones. Guerras, conflictos, hambrunas, pandemias, y nuevos miedos surgen cuando un grupo humano es arrancado de su lugar de origen. Sin embargo, el problema no sólo debe ser de interés teórico como menciona la autora, sino también de sentido ético. No se trata sólo de teorizar sobre modos culturales que surgen constantemente, sino participar como investigadores en los procesos de forma política in situ más que ex situ. Es por ello que la mercantilización del conocimiento científico es la última frontera que el investigador debe romper.

Reseña elaborada por Josué Villegas Chim.

miércoles, 21 de julio de 2010

Antropología de la zoonosis


Una vez más me encuentro participando en un proyecto sobre salud en Yucatán. Formo parte de un equipo inter y transdiciplinario compuesto por psicólogos, antropólogos, sociólogos, y médicos. El proyecto es de carácter internacional ya que participan colegas, primero, del Centro de Investigaciones Regionales, "Dr. Hideyo Noguchi"; y, segundo, colegas del Instituto de Enfermedades Tropicales de Bélgica. El proyecto responde a la convocatoria de la Organización Panamericana de la Salud para el estudio e intervención sobre enfermedades desatendidas en Latinoamérica. Por el momento nos encontramos en realizando trabajo de campo en 3 localidades rurales y 3 localidades urbanas. Utilizamos métodos de investigación de distintos campos, así como técnicas didácticas para la obtención de los datos. La experiencia tanto de oficina como de campo ha sido muy interesante ya que por lo que respecta al equipo de antropólogos redescubrimos la importancia de tener una perspectiva más abierta para trabajar con colegas de otras áreas del conocimiento. Por otro lado, vemos también como el proceso y producto final del proyecto beneficiará a las personas de las cuales obtenemos la información.
Son muchos los temas que estamos abordando en la investigación-intervención, pero una de las más importantes consiste en conocer la percepción socio-cultural de los informantes sobre las enfermedades zoonóticas que transmiten los animales. Nos enfocamos a las siguientes: lombrices, tuberculosis, dengue, mal de Chagas, y leptospirosis.
Nuestro equipo de antropológos, hemos aprendido bastante de este proyecto sobre todo sobre enfermedades a la que muchas de las veces estamos expuestos cuando estamos en trabajo de campo. Esperamos aprender mucho más y continuar colaborando con colegas cuya formación ajena a la antropología nos resulta muy útil (a los nosotros los antropólogos) en nuestra formación como científicos sociales.
Saludos